viernes, 15 de octubre de 2021

MI ÚLTIMA OFRENDA A LA VIRGEN DEL VALLE

MI ÚLTIMA OFRENDA A LA VIRGEN DEL VALLE


Manuel Bas

Dr. en Cultura y Arte para América Latina y el Caribe

Instituto Pedagógico de Caracas

manuel.bas@hotmail.com

Caracas, D. C., Venezuela, 8 de septiembre de 2021


     Omar Tayupo Aguache. Desde 1984 está activo como tallista en la ciudad de Barcelona, estado Anzoátegui, Venezuela, donde residía y, donde murió en el mes de septiembre del año 2012. Fue obrero del Núcleo Escolar Rural (NER) 371, Nacional, Los Potocos, de esta ciudad. Nació en San Bernardino, en el caserío La Esperanza, de la misma entidad federal, y capital. Desde niño trabajó la agricultura al lado de su padre en su pueblo natal. Por motivación propia aprendió los oficios de carpintería y ebanistería, de éstas derivó el gusto por hacer tallas en madera y la fabricación de instrumentos musicales de cuerdas. Expuso por primera vez en una muestra individual que le organizó la Dirección de Cultura y Turismo de la Alcaldía del Municipio “Simón Bolívar”. En este evento, se extraviaron varias de las obras que se exhibieron, razón por la cual perdió el interés en participar en convocatorias similares. Sin embargo, nunca dejó de realizar sus tallas. Sus temas predilectos son figuras de animales, religiosas y las relacionadas con El Libertador. No acostumbraba de policromarlas.


     Omar Tayupo Aguache, por cierto sus apellidos de procedencia indígena, trabajó como bedel en la escuela de Los Potocos, en sus ratos libres trabajaba de albañil, carpintero y lo que saliera. Hijo de campesino, criado en el campo, nunca terminó la escuela, se crió sembrando maíz y frijoles en San Bernardino, caserío donde iba siempre a darle la vuelta a su familia y a un pequeño conuco que tenía. A pesar de hacer tallas de excelente calidad, nunca le trajo fama ni renombre. Pacientemente realizaba sus tallas en sus momentos libres en un pequeño taller en su casa ubicada en la Calle 3, sector Barrio Lindo de  Barcelona. Estuve varias oportunidades en su taller desde ese año 2006 hasta el año 2009. 


     Supe de su trabajo en el 2006 a través de mi amigo Daniel Alén, compañero de trabajo de Tayupo Aguache, quien me obsequió una obra de Él titulada: Estatua Ecuestre del Libertador, que incluí en mi publicación: Artistas Populares del Estado Anzoátegui, que la patrocinó el Museo de Anzoátegui, Barcelona en el año 2007. Además se presentó una  muestra colectiva de artistas de distintos municipios anzoatiguense. Me hizo una talla del Nazareno al insistirle que eran para dar a conocer su trabajo en una publicación que tenía en proyecto realizar y así lo hice. Era devoto de la Virgen del Valle. Esta talla, que aquí presento, fue una de las últimas que haría en vida, por cierto, el mes de septiembre del año 2009, como una manera de ofrendar a la Patrona del Oriente de Venezuela: la Virgen del Valle, así me lo manifestó, en esa última oportunidad que hablamos, pues, al poco tiempo me residencié en Caracas. En ese momento me insistió que me la llevara la talla de la Virgen, cosa que hice y le agradecí su noble gesto.






 

Virgen del Valle (2008)

Talla en madera

Colección Manuel Bas, Caracas, D. C., Venezuela


 

domingo, 10 de octubre de 2021

LA VIRGEN DEL VALLE DE ROSA VEGAS PROTECTORA DE EL VIÑEDO


LA VIRGEN DEL VALLE DE ROSA VEGAS PROTECTORA DE EL VIÑEDO


Manuel Bas

Dr. en Cultura y Arte para América Latina y el Caribe

Instituto Pedagógico de Caracas

manuel.bas@hotmail.com.

 

Caracas, D. C., Venezuela, 7 de septiembre de 2021

     Rosa Vegas nació en Campo Ajuro, Maturín estado Monagas, Venezuela, el 7 de junio de 1950. Se declara, fiel creyente de la Virgen del Valle, advocación mariana a la que le ha dedicado un número considerable de sus creaciones: pinturas, esculturas del bulto, ensamblajes, frisos, entre otras; dentro de las que cabe mencionar: Virgen del Valle Protectora de El Viñedo (2010), Virgen del Valle (2002), Virgen del Valle (s. f.), entre otras. Vegas, es una trabajadora incansable, una mujer emprendedora, perseverante, esto se evidenció cuando tomó la autodeterminación de dejar su pareja y la casa donde vivía, en el sector Las Casitas, Brisas del Mar, Barcelona, y de irse a vivir a el barrio El Viñedo de Barcelona, a cristalizar un sueño que nació en su niñez: construir un museo y dedicarse por entero a las artes. Un sueño que para muchos era una locura. Desde niña, pasaba horas haciendo muñecas de barro, que fueron sus primeros pasos por su creación artística. En 1994, se instala en El Viñedo,  donde ella misma amasó el barro y con sus propias manos construyó su casa, que más tarde va a ser su Casa-Taller-Museo La Paz; cuyo emblema, es la Paloma, arquetipo de la paz, como valor universal; especie ornitológica a la que le ha dedicado algunos de sus trabajos: Isla de las Palomas, (2010); El Jardín de las Palomas (2000) y algunas pequeñas esculturitas, que uno ve por doquier en el Museo La Paz, casi tocando el techo, que parecieran anidar en las paredes de bahareque.


     Rosa Vegas, es una mujer integra, que ha sabido conciliar su vida con el arte y el arte con su vida. Vegas es el arquetipo de la creadora que no está comprometida con ninguna causa ideológica  ni política, que no se congracia con los gustos de los galeristas y los marchantes arte; su arte es producto de una profunda reflexión en torno a la vida, que desde su alma teje, toda una trama de personajes y circunstancias como para una obra de teatro, el arte para ella, es un modo de vida. No nos equivoquemos con Rosa Vegas por su carácter amable, su nobleza de espíritu y su vida apacible; porque detrás de esa mujer noble, está una mujer con autodeterminación y de profundas convicciones, responsable, e incansable en su trabajo artístico. De modo que el lugar que hoy  Vegas tiene en el arte venezolano, no es fortuito. 


     Es una artista versátil, con un don creativo que pocos poseen. Se ha paseado por diversas técnicas, materiales, con un dominio de manera excepcional, con los que aborda variadísimos temas, que van desde los: religiosos, personajes históricos y de la vida cotidiana, héroes patrios, la maternidad, y episodios que tienen que ver con su vida y su entorno inmediato y distante, que la crítica de arte considera como nuevos lenguajes. Podríamos decir de Rosa Vegas, que es muchas artistas, dentro de una artista. Esto es quizás es el secreto de su éxito. Cabe referir, que en  1988 el artista plástico Régulo Martínez (+), quien la descubrió en la Urbanización Brisas del Mar, Barcelona) y Margarita Liscano, Coordinadora de la Galería de Arte de la Asamblea Legislativa del Estado Anzoátegui, le organizaron su primera exposición. Su trabajo no deja de deslumbrarnos y sorprendernos, Rosa Vegas es una artista con un don creativo excepcional, que no tiene igual en el estado Anzoátegui, en el siglo XX y lo que va del XXI. 


     El año 2009, Día del Artista Plástico, el Ejecutivo Regional le otorgó el Premio Regional de Arte Plásticas  “Eduardo Sifontes”, en el marco de este evento, se inauguró la muestra: 4 Creadores Visuales de Anzoátegui: Guillermo Isava, Jesús Ovalles, Pablo Moncada y Rosa Vegas, en la Escuela de Arte Armando Reverón, Galería Pedro Báez. En el año 2013, en el Suplemento Especial, Guía Turística, La Ruta de Elizabeth Kline, del diario El Universal, apareció un reportaje denominado Artesanía de Anzoátegui, dedicado a José Delfín y Rosa Vegas. El día 8 de noviembre de 2013, la Galería de Arte Nacional, inauguró la muestra individual: Rosa Vegas Espacio Habitado, título tomado del libro de Zhelma Portillo,  con ese intitulado.


     En líneas precedentes, me referí a Rosa Vegas como una mujer perseverante, emprendedora,  incansable, y con autodeterminación, y no lo dije por cumplido; pues, la vida puso a prueba su valor, en el año 1999, en el momento en la cual, la artista sufrió los embates de una inundación que se suscitó en El Viñedo, cuando río Aragua se salió de su cauce, perdiendo  sus enceres, sus obras se pudieron rescatar de forma milagrosa, las cuales, se exhibieron, junto con las de Luis Méndez, titulada: Luis Méndez  y Rosa Vegas: Sagrado y Profano, en la Galería de Arte de la Asamblea Legislativa del estado Anzoátegui, organizada por Margarita Liscano y Régulo Martínez. Dichas obras se pusieron a la venta para recabar fondos para subsanar los daños económicos ocasionados por la catástrofe referida, obviamente, todas las obras se vendieron. En este momento tan trágico en su vida, mantuvo la compostura y la serenidad, confiando que su problema iba tener solución, poniendo su fe en la Virgen del Valle,  como ocurrió.


     Es, desde ese entonces, que para Rosa Vegas, la Virgen del Valle, es la Patrona de El Viñedo. Pintar y esculpir esta advocación mariana, no es solo un trabajo artístico para ella, sino también: un acto de fe. 





Virgen del Valle (2002)

Papel de periódico encolado y otros materiales 

Colección Manuel Bas, Caracas, D. C., Venezuela

 

viernes, 17 de septiembre de 2021

EL PAISAJE DE PUEBLOS DEL ORIENTE VENEZOLANO COMO CRÓNICA VISUAL ARMANDO RAFAEL ANDRADE A SUS 100 AÑOS DE SU NACIMIENTO

 

EL PAISAJE DE PUEBLOS DEL ORIENTE VENEZOLANO COMO CRÓNICA VISUAL ARMANDO RAFAEL ANDRADE A SUS 100 AÑOS DE SU NACIMIENTO

Manuel Bas

Dr. en Cultura y Arte para América Latina y el Caribe

Instituto Pedagógico de Caracas

Manuel.bas@hotmail.com

Caracas, agosto de 2021

     En 1955, un modesto carpintero, de esos arriesgados, que son capaces de hacer con la madera lo que les salga, un día se le ocurrió para darle más formalidad a su incipiente negocio, tomar un pedazo de cartón piedra y unos listones que seguramente le habían sobrado de algún encargo que le habían solicitado, hacer un aviso publicitario para su carpintería. Fue así que se dispuso hacer un parapeto o parabán que le sirviera de aviso movible que cada día al cerrar pudiera guardar. En él escribe con fino pulso, con una letra atractiva el anuncio que va a ser el propósito de su negocio en la que se leía lo siguiente: “SE HACEN URNAS Y TODA CLASE DE MUEBLES A LA MEDIDA CALIDAD GARANTIZADA ARMANDO R. ANDRADE PRECIOS CONVENCIONALES CLARINES DISTRITO BRUZUAL ESTADO ANZOÁTEGUI VENEZUELA AMÉRICA DEL SUR”. Además de esta leyenda, nuestro carpintero y futuro pintor, para darle algo de sazón a dicho anuncio se le ocurre pintarle un paisaje de un lugar de Clarines conocido como el “Cerro de los Chivos” muy conocido por la gente de Clarines. Un paisaje que todo el que pasaba lo veía con el sano acostumbramiento, de quien ve todos los días algo sin prestarle mayor atención. La valla en cuestión, si se me permite el término, le trajo al infortunado carpintero pero afortunado pintor más fama que fortuna.

     Pero esto tiene que ver también con un personaje de Clarines que desde ese año de 1955 además de su amigo se convertirá en su mentor, me refiero a Alfredo Armas Alfonzo, quien al verlo —ya había visto el paisaje de la iglesia de Clarines en la oficina del telégrafo a cargo de Claudio Alén — quedó prendado y le propuso comprárselo, cosa que hizo y otro titulado La Casa del Negro Lucas. A partir de entonces, Armando Rafael Andrade, sin saberlo se convertiría en el cronista visual del oriente venezolano. Pintó paisajes de muchísimos lugares del oriente venezolano de los estados Sucre, Anzoátegui, Maturín. El destino es incierto como incierta fue su vida. Ese día de 1955 nunca nuestro pintor pensó que este aviso para su negocio, que era su propósito, la Moira le iba a dar un merecido puesto en la historia de la pintura venezolana. Y que nos dejaría una crónica visual de poblados que hoy son irreconocibles por el paso inexorable del tiempo. Esta historia tuvo que ver como dijo en una oportunidad Andrade con Claudio Alén y Alfredo Armas Alfonzo, esto de pintar cuadros.

     Armando Rafael Andrade. Comienza a pintar en Clarines, estado Anzoátegui hacia 1945 cuando pinta sus primeros retratos. Sus primeras obra paisajística la pintó en 1955, la iglesia de San Antonio de Padua de Clarines. En 1956 es descubierto por Alfredo Armas Alfonzo en esta ciudad, quien le compra dos obras: Casa del Negro Lucas y Cerro de los Chivos, esta última era parte de un parabán que le servía de aviso publicitario de la carpintería que tenía Andrade; ambas obras fueron pintadas en 1956. Al año siguiente, el escritor las envía al XVIII Salón Oficial de Arte Venezolano y posteriormente, son enviadas a la IV Bienal de Arte Moderno en Sao Paulo, Brasil. (Armas Alfonzo, 1973; Da Antonio, 1974).

A mediados de los años sesenta, Andrade se traslada a Barcelona, se emplea en la Funeraria “San Celestino” para fabricar cofres (unas para niños), en los ratos libres pinta uno que otro cuadro. Armas Alfonzo lo estimula a que siga pintando. A partir de entonces realizó un número de obras, cuyo motivo son las calles de esta ciudad que lo acogió, muchas de estas casas desaparecidas por la indolencia oficial y la acción inexorable del tiempo, que recordaremos por siempre gracias al artista.

     Armando Rafael Andrade es un paisajista por excelencia, y quizá el más grande paisajista que haya tenido el estado Anzoátegui. Su pintura era diferente a la de otros pintores populares, sobre su pintura ha expresado Da Antonio, (ob. cit.) “… su pintura anterior a 1960 revela un trabajo paciente que avanza de lo más general a la síntesis por medio de una rigurosa esquematización”, (p.70). Esto es acompañado por una técnica puntillista, que él denominaba “puntilleo” , en un comienzo empleaba esmaltes industriales, luego con el contacto con los coleccionista de arte y con el mismo Armas Alfonzo pasó a usas la plaka que dominó de manera excepcional. Con el color supo captar el aspecto lumínico de la región oriental del país. El plano, generalmente lo dividía en dos mitades cielo y tierra, luego comenzaba a desarrollar su obra a través de una rigurosa esquematización geométrica, con una visión planimétrica del paisaje, muy cercana al dibujo técnico, caracterizado por la ausencia de personajes hasta al menos 1990, para pasa a partir de esta data como elementos adicionales a su trabajo personajes y vehículos que tenían siempre como telón de fondo aquellos azulísimos cielos, en algunos caso con unas nívea y tímidas nubes.

     En 1999, enferma de cirrosis hepática, en Barcelona, como la enfermedad parece más grave de lo aparente lo trasladan a Guayabal de Píritu, municipio “Fernando de Peñalver”, donde el 23 de diciembre muere, el 24 es trasladado a Clarines donde es velado, al día siguiente en este pueblo es enterrado, donde llegó en 1938, procedente de Río Chico, estado Miranda, donde nació el 24 de julio de 1921. Con su muerte se cierra un capítulo de la pintura ingenua en Venezuela.

 










La Chica, Barcelona (1981)

Plaka / tela

Colección Manuel Bas, Caracas,  D. C., Venezuela

 

CLARINES UN PUEBLO HECHO DE RECUERDOS REMEMORA A ALFREDO ARMAS ALFONZO

 

CLARINES UN PUEBLO HECHO DE RECUERDOS REMEMORA A ALFREDO ARMAS ALFONZO

Manuel Bas

Dr. en Cultura y Arte para América Latina y el Caribe

Instituto Pedagógico de Caracas

manuel.bas@hotmail.com

Caracas, D. C., Venezuela, agosto 2021

     El 6 de agosto de 1921, nace en Clarines, estado Anzoátegui, Venezuela, Alfredo Armas Alfonzo. Fallece en Caracas el 9 de noviembre de 1990. El mes y año en curso celebramos el centenario de su nacimiento. El lugar donde nacemos, han dicho los poetas, se lleva en el alma. Naturalmente, a la vista de las personas, unos más y otros menos, y quizás algunos lo expresan con más devoción y ahínco; hasta hacen del recuerdo de su pueblo un oficio, para mantener vivo en el presente un ayer, que fue presente, y evitar que pase al oscurantismo de la historia. De este linaje de escritores, es Alfredo Armas Alfonzo. Estamos frente a un escritor de variada pluma, se interesó por la crónica, el ensayo,  la entrevista, el reportaje, el testimonio, la nota, la leyenda, el álbum familiar, con admirable estilo y motivación; haciendo de la cuenca del Unare, como ha dicho Luis Alberto Crespo, su fuente de inspiración. Le interesaba, avaramente, preservar la memoria de su poblado: Clarines, su gran legado.

     Alfredo Armas Alfonzo es la memoria viva de su pueblo: Clarines, con sus calles, las tradiciones; de un Clarines del trae del recuerdo sus vivos y sus muertos, su geografía, su historia, y sus personajes. Desfilan por su pluma Felipa Pérez y Vicente Freire, uno de los fundadores de Clarines aquel 7 de abril de 1594 en el lugar de Aripata. Asimismo, del 19 de este poblado recuerda a su bisabuelo Cándido Rojas, carpintero de ribera, quien construyó la balandra “Constitución”, una embarcación que contribuyó al desarrollo económico del lugar, pues servía de transporte del carbón y del cazabe que se producía, navegando el río Unare hacia su boca para dar con el mar Caribe y hacer navegación de cabotaje hasta el Puerto de la Guaira. Una travesía marítima que describe Guillermo Meneses en su obra: La Balandra Isabel llegó esta tarde. Rojas además, era gran tallista, talló El Crucificado que se encuentra en la Iglesia  San Antonio de Padua, como lo reseña Armas Alfonzo en su libro: Un pueblo hecho de recuerdos Clarines bien lejos. Por Armas Alfonzo tenemos noticias además de la muerte de Don Manuel Correa, propietario de las embarcaciones: “La Eureka”  y la “Lieja”, aquel 23 de diciembre de 1920, en vísperas de las Mercedes. Y de un ríochiqueño, Armando Rafael Andrade, que en palabras del escritor: “llegó a Clarines, nadie sabe buscando qué otra oportunidad que no fuera la de vivir, escotero como ha sido siempre el hecho de su existencia, montó una carpintería donde ofreció la confección de la mesa del tamaño que se le exigiere y la urna de la calidad que se le requiera”. Que además era un gran pintor, cosa, que según Armas Alfonzo, siempre negó, argumentando, “que era carpintero, no pintor”.

     No se puede hablar de estos dos seres extraordinarios, que arriban este 2021 al centenario de sus nacimientos, y dejar de lado a Claudio Alén, quien en ese año 56 tuvo la ocurrencia de comprarle un cuadrito por un fuerte (cinco bolívares) de la Iglesia a Armando Rafael Andrade, que el pintor veía desde el bajo de Casilda, y que en una venida de Caracas a Clarines, Alfredo Armas Alfonzo lo vio en la oficina del telégrafo que atendía Alén, la cual cautivo su atención, preguntándole: ¿quién la  pintó? —Respondió el telegrafista— Armando. Fue de esta manera que ese año, se conocieron dos personajes de Clarines que siempre van a ser recordados. Y que hoy me permito reseñar. Ese año, dice el escritor, fue un año trágico para Claudio Alén, pues fue trasladado a Barcelona, en una oportunidad en que se dirigía a Puerto La Cruz muere trágicamente en un accidente automovilístico, que al decir, Armas Alfonzo: “con su muerte se le secó a Clarines un costado”. El destino del otro amigo, fue ambivalente, se movió entre el éxito de ser un gran pintor, pero su sombra, en lo personal, no fue una vida nada agraciada. Alén y Andrade, fueron inmortalizados por la pluma del escritor.

     Lo cierto es, dice Armas Alfonzo: “Le compramos el paraván, donde estaba pintado un paisaje del Cerro los Chivos y un cuadrito de La Casa del Negro Lucas, el hijo inolvidable de Carmen Camero”. Esos cuadros van en 1957 al XVIII Salón Oficial de Arte Venezolano en el Museo de Bellas Artes, Caracas, de allí son enviados, ese mismo año, a la IV Bienal del Museo de Arte Moderno, Sao Paulo, Brasil. El cuadro, que al mismo tiempo era el anuncio de la carpintería, que a las vistas de los transeúntes lugareños no tenía mayor importancia, porque era tan solo una propaganda. Que el carpintero, decidió realizar para promover su naciente negocio, y fue así que se le ocurrió la idea de hacer un parapeto con un paisaje de Clarines, que además le añadió, con una envidiable caligrafía, un texto que daba a conocer la razón social de su negocio, de esta manera: “Se hacen urnas y toda clase de muebles a la medida calidad garantizada Armando R. Andrade precios convencionales Clarines Distrito Bruzual Estado Anzoátegui Venezuela América del Sur”. Dicho aviso, Alfredo Armas Alfonzo, para enviarlo al Salón Oficial de Arte Venezolano, tuvo que recortarle las bases, que luego más tarde, confesaría dolerle en el alma haberlo hecho.

     No ha escapado de la mano del escritor el hecho narrativo tan trivial, tan cotidiano como la elaboración del cazabe, que Él denomina: nuestro pan de palo nacional, al que le dedica una paciente detallada descripción, con una prosa sencilla refinada con la sencillez del costumbrista del 19 venezolano y, la fluidez de los escritores de la vanguardia literaria. Asimismo, con el mismo ímpetu, pasa por su pluma, los tiempos de morrocoyar, referido a una costumbre en Clarines de salir a buscar morrocoyes para elaboración del cuajado, que según el escritor, sin este delicioso y sofisticado plato, “En Clarines, una  Semana Santa sin morrocoyes no era nunca una buena Semana Santa”.

     Alfredo Armas Alfonzo, tiene la gran virtud de hacer de las cosas más sencillas, motivo narrativo. Los sucesos cotidianos de la vida, los convierte en algo sublime, gracias a su don narrativo y creativo. Los temas tratados por este narrador sui generis, muchos de nuestros escritores no se atrevieron abordar por tratarse de sucesos sin importancia, que no merecían ser reseñados. Que a diferencia de la narrativa costumbrista, el escritor se sirve de los géneros expresivos como el ensayo, la crónica, la entrevista con natural sencillez, pero ajustado a la literatura culta, para de esta manera penetrar en los recovecos más intrínsecos de la vida humana, tan detallada, que desnuda lo que acontece en una pequeña localidad como Clarines, que, obviamente, son silenciados por la historia oficial.

     En este orden de ideas, refiere hechos de su infancia en Clarines, como por ejemplo el que denomina: “Las Vegas de doña Fidelia” donde pasó parte de su infancia, que Él reseña, con nostalgia, de esta manera: “es uno de esos lugares ineludibles de la infancia: el río enfrente, poderoso, sin asomos de ninguna muerte, los majestuosos mangos llenando con su fronda medio mundo terrenal…”. Nos trae además un suceso ocurrido en el río Unare en tiempo de los vapores que navegan por su cauce,  el hundimiento del vapor que cimentó el prestigio comercial en la localidad, perteneciente a don Manuel García Ramírez, frente a Machagua, un lugar próximo al puerto de Clarines, que a criterio de Alfredo Armas Alfonzo: “ahí principia el fin de una era. Refiere además, que uno de los últimos capitanes muere arrollado por un camión en la carretera de la costa, mientras trataba de cruzar la vía cargando un huacal de mangos de la vega de doña Fidelia.

     Alfredo Armas Alfonzo, nos dejó con su escritura, la geografía de un país retratado con las palabras por donde desfilan personajes y lugares que hubieran sido condenados al olvido. El recuerdo del Unare, la historia regional y nacional que en Él y por Él se expresan. Una narrativa difícil de definir, que nos plantea aquella interrogante que una oportunidad se hizo Luis Alberto Crespo: “¿Cómo llamar escritura sólo a una obra que nos hace oírnos y mirarnos de continuo?

 













Alfredo Armas Alfonzo. (1981). Un Pueblo Hecho de Recuerdos. Clarines Bien Lejos. Cuadernos Lagovén. Caracas: Lagovén Filial de Petróleos, S. A. Colección Manuel Bas Caracas, Venezuela.

jueves, 5 de agosto de 2021

LEONARDO ALVARADO LA IMAGEN Y LA PALABRA EN DEFENSA DE LOS CUMANAGOTO

 

LEONARDO ALVARADO LA IMAGEN Y LA PALABRA EN DEFENSA DE LOS CUMANAGOTO

Manuel Bas 

Dr. en Cultura y Arte para América Latina y el Caribe

Instituto Pedagógico de Caracas

manuel.bas@hotmail.com 

Caracas, D. C., Venezuela, 5 de agosto de 2021 

     Leonardo Alvarado Charuan nació en Puerto Píritu, estado Anzoátegui, Venezuela el 30 se septiembre de  1932. El 14 de septiembre, del año 2012, a través de una conversación telefónica con Manuel Alcalá, me enteré de la irreparable pérdida para la causa indígena cumanagoto, con el deceso en Barcelona de Alvarado Charuan. Siendo un niño se su primer trabajo fue de arponero de mar afuera, en estos menesteres aprendió a maniobrar la guaica (arpón cumanagoto) con gran destreza como lo hacían dichos indígenas. Cursó estudios de primaria en la Escuela Federal “Manuel Ezequiel Bruzual” de Puerto Píritu. Una vez culminado este ciclo educativo, cursa el bachillerato en la in instituciones educativas: San Juan Bosco y Escuela de Comercio “Margarita Ochitna” de Barcelona, egresando como bachiller mercantil. Ejerció la docencia en el Escuela “San José” en la capital anzoatiguense. Trabajó en la empresa petrolera Venezuela Gula Refining como analista petrolero en procesos químicos-físicos. Cursó estudio de Ingeniería Química de Petróleo y Técnico Superior en Máquinas Diesel.

     Además de lo referido ha sido un entusiasta defensor de la laguna de Puerto Píritu, desempeñando el rol de Secretario General de la Comisión de enlace para la protección de dicha depresión lacustre. Ha sido además columnista durante 10 años del Diario Metropolitano. Fue miembro del Consejo Nacional de Educación e Idioma Indígena y director del Consejo Directivo del Instituto Autónomo de los Pueblos Indígena (IASPI) en Anzoátegui. Se ha dedicado al estudio etnohistórico, a la crónica y al estudio de la lengua ancestral del pueblo indígena cumanagoto; lo cual lo motivó la traducción a la lengua cumanagota el Himno Nacional y el Himno del Estado Anzoátegui. En el año 2008 la Cadena Capriles le publicó en esta materia dos libros: Taramacaz Ran-Nepar (El Libro Abierto con Amor) y Taramacaz Neri Cumanagoto Caigna (Manual Linguistico Cumanagoto Caribe). Por altos conocimientos en asuntos indígenas de la región ha desempeñado el cargo de Coordinador Intercultural Bilingüe Indígena en la Dirección de Educación del Ejecutivo del Estado Anzoátegui.  Lo conocí este año mientras daba una charla sobre la cultura cumanagoto en la Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez, Núcleo Barcelona, donde soy profesor.

     En los últimos dos años de su vida, me refirió Manuel Alcalá, Leonardo Alvarado Charuan, siempre inspirado en la etnia cumanagoto caribe y de su pueblo natal, decide hacer una serie de pinturas de manera autodidacta (200 en total) donde representa indios y paisajes elaborados con pintura al frío sobre cartulina, como una remembranza de su pasado. Estas obras, de  dos indígenas cumanagoto aquí presentadas, realizadas los días 7 y 9 de diciembre de 2011, que me las hizo llegar Alcalá, tienen como propósito dar a conocer una faceta más de su vida.


 














1). Leonardo Alvarado Charuan

Indio Cumanagoto (2011)

Pintura al frío / cartulina

Colección Manuel Bas, Caracas, D. C., Venezuela















 

2). Leonardo Alvarado Charuan

Indio Cumanagoto (2011)

Pintura al frío / cartulina

Colección Manuel Bas, Caracas, D. C., Venezuela











3. Corocora en la laguna de Píritu 2012)

Pintura al frío / Cartulina

Colección Manuel Bas, Caracas, D. C., Venezuela


4. Puerto Colonial de acceso a la Aduana Marítima del Puerto El Rincón (2012)

Pintura al frío / cartulina

Colección Manuel Bas, Caracas, D. C., Venezuela





5. La Laguna de Píritu (2012)

Pintura al frío / cartulina

Colección Manuel Bas, Caracas, D. C., Venezuela



6. Bajo Hondo, Píritu (2012)

Pintura al frío / cartulina

Colección Manuel Bas, Caracas, D. C., Venezuela



7. Playa, palmas y bote en la laguna de Píritu (2008)

Pintura al frío / cartulina

Colección Manuel Bas, Caracas, D. C., Venezuela



8.  Gaviota volando sobre la laguna de Píritu (2008)

Pintura al frío / cartulina

Colección Manuel Bas, Caracas, D. C., Venezuela



9. Calle Bolívar de Píritu (2011)

Pintura al frío / cartulina

Colección Manuel Bas, Caracas, D. C., Venezuela














10. Calle Bolívar de Píritu (2012)

Pintura al frío / cartulina

Colección Manuel Bas, Caracas, D. C., Venezuela

 

 

FELIX VARGAS DOS CARAS DE UN PERSONAJE

 

FELIX VARGAS DOS CARAS DE UN PERSONAJE

Manuel Bas

Dr. en Cultura y Arte para América Latina y el Caribe

Instituto Pedagógico de Caracas

manuel.bas@hotmail.com 

Caracas, D. C., Venezuela, 5 de agosto de 2021

     En los años setenta, los sectores Maurica o Playa Maurica y Caicara eran los arrabales de Barcelona, siempre frecuentados por personas del mal vivir: prostitutas, delincuentes de poca monta, violadores; que, una década antes dichos parajes eran considerados puertos clandestinos para operaciones ilegales de los comercios de drogas y armas de fuego. Era un ambiente hostil y propicio para el crimen, donde operaba impunemente un personaje que fue ampliamente conocido en la ciudad debido a sus fechorías apodado como “El Pájaro Loco”. La Prensa y la Radio local, siempre tenía algo que reseñar sobre este forajido que actuaba bajo la sombra de la indemnidad. La denuncia por estos medios puso en vilo a los cuerpos policiales, así como también las denuncias de hombres y mujeres que habían sido violados por este rufián. El modus operandi consistía en amenazar a las parejas, sometiendo con un cuchillo al hombre, luego lo inhabilitaba colocándoles las manos en las ventanas del vehículo, subía el vidrio y le inmovilizaba las manos, de esta manera sometía al hombre, eventualmente hacía lo mismo con las damas, cuando oponían resistencia.

     Debido a la presión de la colectividad hacia los cuerpos policiales, fue que en 1973 es apresado por la Policía Metropolitana, procesado por los tribunales de justicia a 20 años de presidio, de los cuales 18 de ellos estuvo recluido en el Internado Judicial de Ciudad Bolívar (Cárcel de Vista Hermosa); y los dos restantes en el Centro Penitenciario José Antonio Anzoátegui de Barcelona (Cárcel de Puente Ayala). En su estadía en este último internado judicial, Félix Vargas, que así se llamaba el facineroso que sembró el miedo en la ciudad, el Ministerio de Justicia, a través de la Dirección de Prisiones organizó una serie de cursos dirigidos a los reclusos, para cuando salieran en libertad tengan un oficio para insertarse en la sociedad. Vargas se inscribe en el de artes plásticas, dando así sus primeros pasos como artista. Los cuadros que pintaba estando en prisión le servían de manutención. Fue de esta manera, que nuestro salteador se hizo pintor.

     Es excarcelado en 1993, regresa a su casa donde había vivido, en el sector Buenos Aires de Barcelona, donde nació posiblemente hacia 1934. Todo había cambiado. Era un extraño para la gente que había conocido. Ahora sobre sus espaldas estaban todos los estigmas sociales: desempleado, ex presidiario, minusválido, marginal, viejo y enfermo; pero aun así, en estas circunstancias, Félix Vargas no volvió a delinquir. Su carrera como pintor la inició en 1991, aunque fue breve y fugaz. Para nuestro lego pintor la pintura fue como una “redención” de sus penas. Se dedicó por entero a ella, se mantenía económicamente de uno u otro cuadro que vendía. Hacia el 1993, comenzó a frecuentar la “Marquetería Barcelona” de Manuel Alcalá, ubicada en Barcelona en la esquina que hace con las calles: San Carlos con Ayacucho, quien le adquiría los cuadros que le llevaba Vargas. Este lugar era visita obligatoria para el pintor porque tenía mercado para sus obras. Conocí a Félix Vargas en 1996 en el negocio antes referido, por intermedio de Alcalá, quien me dijo: “ese es el pájaro Loco, el violador de Maurica”. Yo había escuchado hablar de este individuo en aquellos comienzos de los setenta, pero no lo conocía personalmente. A partir de ese entonces nos hicimos amigos, le compré varios cuadros.  Alcalá y yo nos convertimos en alguna medida en sus mecenas.

     Una vez entrado en confianza, nos contó a Manuel Alcalá y a quien escribe, los horrores que él vivió en la cárcel de Ciudad Bolívar. Obtuvo el mismo trato que les dio a sus víctimas. De victimario paso a víctima, con la diferencia, que era violado todos los días por los otros reos. Su vida en prisión fue un infierno. Quizá, por haber sido delincuente, y haber cometido crímenes tan repugnantes, no es recordado como pintor, y pasará al anonimato barcelonés. Sin embargo, el Félix Vargas que yo conocí, era un hombre amable, tranquilo: era un pintor. De esta manera  transcurrieron sus cinco años que tuvo en libertad hasta su muerte, los cuales  le dedicó a la pintura.

      El pintor utilizó como soportes: cartón piedra, telas y papeles. Estos se los suministraba Manuel Alcalá. En cartón piedra y tela produjo un número de obras con un fondo monocromos: negro o blanco, de perspectiva plana, pintados unos con esmalte industrial, otros con óleo, en algunas de sus obras se podía observar la influencia de Feliciano Carvallo, que seguramente vio en alguna revista. Sobre estos fondos escamatizaba con colores vivos su obra con una opulencia cromática, como una especie de ráfaga cromática que produce en la retina del ojo del espectador un deliquio colorir. Trabajaba temas tales como: tradicional, folklórico y festivo. También pintó marinas, que tomaba como motivo Playa Maurica, que para pintarlas el artista se trasladaba hasta el lugar donde pasaba horas contemplando el paisaje para luego plasmarlo en el soporte. Pintaba marinas como detenidas en el tiempo, cargadas de nostalgia, y muchos recuerdos. Trabajó algunas acuarelas en block de dibujo donde se ocupó de la arquitectura urbana y de paisajes.

      Naturalmente nunca hizo una exposición en vida, a él no le importó. Cuadro que pintaba, cuadro que vendía para subsistir, pero aun así, la pintura era un asunto serio para él. Como tampoco creo que ningún museo hubiera tenido agallas para hacerle una exposición a un expresidiario marginal, pero más allá de todo esto, hay algo cierto, Félix Vargas era un genuino pintor. Un hombre que fue conquistado por la pintura, para lograr su redención. Su obra no fue apreciada, excepto por su círculo de amigos de la “Marquetería Barcelona”. Como todo ex prisionero, sale marcado de la cárcel de por vida, con el estigma de “hombre malo”, del que nadie debe fiarse. Quizás esto influyó en su anonimato como pintor. Sin embargo, el Félix Vargas que yo conocí, no inspiraba miedo, recuerdo aquellos años de 1997-98 cuando visité varias veces su taller.    

     Una mañana del año de 1998, paso por la “Marquetería Barcelona” a despedirse, porque al día siguiente lo hospitalizaban, estas fueron sus últimas palabras: “mañana me hospitalizan, vengo a despedirme, porque creo que no regreso”. Estaba enfermo, muy enfermo, se veía hinchado. A los pocos días de hospitalizado, muere de hidropesía en el Hospital Central “Dr. Luis Razetti” de Barcelona, estado Anzoátegui a los 64 años de edad, dejando como enseñanza que la pintura fue para él como “redención”, después de haber llevado una vida contrahecha.

 












Paisaje de Maurica (1992)

Acuarela / cartulina

Colección y fotografía  Manuel Bas, Caracas, D. C., Venezuela.