domingo, 8 de enero de 2012

LUIS DIONISIO RODRIGUEZ





Luis Dionisio Rodríguez.
Bolívar y Sucre en Combate, 2011.
Mixta sobre tela.
50 x 40 cm
Barquisimeto, Estado Lara.


Luis Dionisio Rodríguez La Pintura Como Tradición


Hay en el argot de los larenses, un adagio que refleja su gentilicio cultural, es que en Lara: “El que no es músico, es pintor”. Luis Dionisio Rodríguez, toma la afirmación anterior magnificándola, porque este creador hace las dos cosas: música y pintura.  

Nuestro artista nació el 21 Junio de 1921 en El Tocuyo, en el caserío El Almorzadero del estado Lara donde vivió hasta finales de los cuarenta, cuando se residencia en Barquisimeto donde ha residido hasta el presente. Desde niño le gustó la música, lo que lo llevó a participar en programas para aficionados como cantante de canciones relacionadas con la tradición regional. Además de músico se dedica a la carpintería y a la fabricación de instrumentos de cuerda, que naturalmente, los sabe ejecutar. 
 
      Así como en la música, en la pintura es un autodidacta, oficios estos que aprendió por su necesidad espiritual de expresar a través de su arte los elementos autóctonos de Lara. Su pintura recoge escenas de su niñez, juego de bolas, bautizo, parrandas, matrimonios, procesiones; y algunos temas de crítica social, de carácter conservacionista, como el del cardenalito, ave venezolana en vía de extinción. 
     Otro elemento característico de la obra de Luis Dionisio Rodríguez es la perspectiva que emplea, la cual no cumple con las leyes establecidas a partir del Renacimiento, ya que ignora las mismas. El plasma en el soporte: cartón piedra o tela; anécdotas, pedazo de realidad y recuerdos de su infancia, juventud, que realiza con la línea del horizonte, con puntos de vistas altos, bajos, con efectos o no de distorsión. Sus líneas del horizonte dejan de ser horizontales, y en muchos casos, la horizontalidad no existe. Contrapone los planos, líneas y puntos de fuga que no responde a lo que entendemos ordinariamente por perspectiva. Sus obras muestran una colección de perspectivas contradictorias, que dialogan entre si; tejados y calles imbricados por la que transitan personajes sin respeto a la ortogonalidad, ni a los convencionalismos espaciales, sin importarles si caminan por calles o cielos; la mayoría de las veces desdeñados, completamente planos y deformes, y a la vez llenos de expresividad y candorosa simpatía. 
     Al penetrar, con mayor detenimiento en la obra de este creador, quien la mire comprenderá que ese caos arquitectónico no es tal, que es sólo aparente, que responde a un orden y a leyes propias de un maestro que se acerca a la creación artística con ingenio, intuición y pasión para ofrecernos la tradición de un pueblo *

Los Teques, Noviembre 2011

*Manuel Bas Profesor Agregado, Universidad Simón Rodríguez

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