viernes, 24 de junio de 2016

LA NEGACIÓN DEL OTRO LA NEGACIÓN DE SÍ MISMO






REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA
UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA EXPERIMENTAL LIBERTADOR
INSTITUTO PEDAGÓGICO DE CARACAS
SUBDIRECCIÓN DE INVESTIGACIÓN Y POSTGRADO
DOCTORADO EN CULTURA Y ARTE PARA AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE

Curso: Modernidad y Postmodernidad y sus efectos en Latinoamérica y el Caribe
Profesor: Dr. Jorge Bracho
Participante: Manuel Bas
Caracas, 22 de febrero de 2016


LA NEGACIÓN DEL OTRO LA NEGACIÓN DE SÍ MISMO
(Como Problemática de la Modernidad en América Latina)


“Toda la diversidad de vida que puebla la Tierra ha tenido un origen común, que tiene una interpretación a través de la comprensión de la molécula del ADN, la molécula de la vida”. (Eduardo Ghershman, 2006 p. s/n.).

“La modernidad de nuestros países es un tiempo nuevo que contiene muchos tiempos”. (Martín Hopenhayn en Follari, R. y Lanz, R. Comps., 1998 p. 26).

“Por nuestra propia precariedad ‘sustancial’ nos hemos constituido basados en la negación del otro; y esta negación del otro es un cimiento en el imaginario latinoamericano: signo, estigma, fantasma. La identidad basada en esta negación siempre es una identidad postergada: el criollo es no-indio, pero eso no lo hace europeo;  su compulsión  a huir de la diferencia le impide ver la diferencia fuera y dentro de sí con lo cual niega parte de su propio ser”. (F. Calderón, M. Hopenhayn y E. Ottone, 1996 p. 71).

     La dicotomía civilización-barbarie, hija de la modernidad, venida a la América en las carabelas de la conquista constituida en la negación y la invisibilización del otro pasó a ser el motor impulsor de todas las discriminaciones en sus más variadas formas, que se han dado en América Latina en los más de 500 años. En el siglo XXI, de algún modo esta situación persiste, se trasforma en las más variadas formas posibles. A pesar de que el Proyecto Genoma Humano (PGH), liderizado por Francis Collins en 1990 y culminado en el año 2003, quizá el último gran descubrimiento del siglo XX , cuyo propósito era determinar la secuencia de pares de bases que componen el ADN e identificar y cartografiar los aproximadamente 20.000 ó 25.000 genes del genoma humano desde el punto de vista físico y funcional, demostró, según Ghershman (2006): “Toda la diversidad de vida que puebla la Tierra ha tenido un origen común, que tiene una interpretación a través de la comprensión de la molécula del ADN, la molécula de la vida”, (p. s/n.). Con el desciframiento del código genético humano, toda descalificación en término raciales se fundamenta en la ignorancia y en el prejuicio de unas personas hacia otras. Este es el tema que abordaré en este ensayo.

     Uno de los grandes problemas que surgió a raíz del Descubrimiento de América, es lo que Hopenhayn (2002) denomina la “dialéctica de la negación del otro”, manifestado en la dicotomía bárbaro-civilizado, traducida en lo que este autor ha denominado: invisibilización de la diferencia. Este fue uno de los mecanismos que empleó la Europa racionalista, la modernidad racionalizante, con su propia lógica como una manera de imponer a los pueblos de lo que más tarde va a ser América su dominio, para lo cual se sirvió de la empresa de conquista armada emprendida por los reyes católicos Isabel de Castilla y Fernando de Aragón a la que se le unió la iglesia católica, cuyo fin era el dominio de los pueblos con su mensaje evangelizador con un programa superlativamente expansionista, quizá tan vil, como el sometimiento por las armas, teniendo como fachada la doctrina de San Agustín sostenida en su obra “Ciudad de Dios” (Civitas Dei) que los conquistadores y clérigos creyeron  encontrar en tierras americanas, la ciudad divina que describe en esta obra. La doctrina evangelizadora era de carácter  cerrado, reduccionista, y solo para dar un ejemplo ilustrativo, bastaría  citar una máxima de Santo Tomás de Aquino para dejar claro este planteamiento. Cito: “La filosofía es la esclava de la teología”. Esta manera de pensar mutiló el pensamiento dialéctico de Platón y el pensamiento deductivo de Aristóteles y el sentido común por lo que abogó toda su vida Sócrates-

     Desde la caída del mundo pagano en el siglo IV d. C. con el triunfo del cristianismo a raíz del Edicto de Milán en el año 313 d. C., también conocido como “La Tolerancia al Cristianismo”, la religión católica va a imponer su hegemonía en Occidente, que gracias a ella, junto con el poder político europeo de las naciones alineadas con el catolicismo emprendieron  la empresa de la conquista de América. Para ello crean su propia lógica interna justificadora, cuyas acciones  consistían  en negar el derecho de los otros. Y es así, que un poco antes de la empresa de la expansión europea hacia América, en 1453, fecha que algunos le asignan como principio de la modernidad, que Eanes Gomes Azurara, para justificar la empresa de la esclavitud negra, hasta ahora no institucionalizada en América, escribe una obra que de algún modo va a ser la patente de corso para justificar las aberraciones más infames contra el género humano, titulada: “Crónica del Descubrimiento y Conquista de Ginea y Otros Relatos” en donde sostiene la tesis bíblica  de que los negros son descendientes de Caín, hijo maldito de Noé, por lo tanto deben ser esclavizados. Este autor encontró su par en Juan de Torquemada quien escribe la obra: “Monarquía Indiana” iniciada entre 1492-3 y terminada en 1513 donde afirma la desigualdad social de la raza negra como imposición divina.

     En el contexto americano se van aplicar sin escrúpulos la esclavitud negra de acuerdo al planteamiento ideológico de estos dos autores, incluso, se les va a unir en la aventura de la conquista para el sometimiento y esclavitud del indio, la tesis de Juan Ginés de Sepúlveda (1490-1573) con su “Tratado sobre las Justas Causas de la Guerra contra los Indios” escrita en 1550, donde el sacerdote español sostiene la idea de la “Ley del Derecho Natural” de someter a los inferiores, bárbaros e impíos, los que tienen superioridad cultural, el imperfecto debe ser sometido por el perfecto. Y es así  que ya para 1597 el Gobernador y Capitán General de la Provincia de Venezuela le entrega a Gaspar Camacho la encomienda de indios, en cuyo documento, entre otras cosas, con el castellano arcaizante de entonces, expresa: “… doy un titulo (sic) de encomienda a vos el dho gaspar camacho (sic)  para que goseys (sic) de los frutos  y demoras y aprovechamientos que buenamente pudieran dar lo dhos yndios (sic)”. Diego de Osorio (1597) en Cortés (Comp.) (1971, p. 115). Por lo tanto era permitida la invasión a la América, el exterminio de las razas inferiores era aprobado por Dios, según sus creencias.

     No debemos olvidar, que la conquista hispana tuvo como “partida de nacimiento” Las Capitulaciones de Santa Fe. El 17 de abril de 1492 los reyes católicos  Isabel de Castilla y Fernando de Aragón suscribieron  con Cristóbal Colón  Las Capitulaciones de Santa Fe cuyo propósito  está claro en el texto: la expansión del imperio español, su política hegemónica, el documento es explícito en estos términos, los monarcas nombran a Colón Almirante, Virrey, Gobernador de las tierras que descubriere, con el derecho de tomar la décima parte de lo que hallare en oro, perlas, plata, especies y demás mercaderías de todas las tierras que descubriera. La suerte estaba echada con este documento para estas tierras.

     Además de este documento real, y las obras que se escribieron para justificar el abuso que cometieron la espada y la cruz ya comentadas, en el tiempo siguieron emanando disposiciones de la corona española para mantener el control en tierras americanas. Cabe recordar, en relación a la mano de obra esclava, la Real Cédula e Instrucción del 31 de mayo de 1789: “Disposiciones Regias para la Educación, Trato y Ocupación que Había de Darle a los Esclavos en las Colonias de España en América” (Código Negro), que entre gruesas  líneas se lee que obligaba  que la educación  de los esclavos  debía ser conforme a los principios y reglas  que dicten la religión católica, la humanidad y del buen Estado compatible con la esclavitud y tranquilidad pública, se le debe instruir en la doctrina cristiana y administración de los sacramentos, y en cuanto a la ocupación debe estar referida a la agricultura y demás labores del campo. (Antonio Potier 1789 en Cortés, Comp., 1971). De esta manera España le impuso su yugo a los pueblos bajo su dominio, que la hizo a su vez la nación más poderosa del siglo XVI, que según el Diccionario de Historia de Venezuela de la Fundación Polar (1997) citado por Garrido (2008) lo describe  de esta manera:

…el imperio español alcanzó su máxima extensión en la época de Felipe II, pues este monarca logró coronarse como rey de Portugal en 1581, anexando al imperio los extensos dominios ultramares lusitanos: Madeira, Azores, Costa africana, Goa, Malaca, Ormuz, Malucas y Brasil. Se había formado la verdadera monarquía universal con dominios en los 5 continentes. (p. 44).

     Además de lo comentado sobre la monarquía española es conveniente añadir, que con el Descubrimiento de América, Sevilla se convirtió en el centro económico del imperio español, en el puerto universal, por ella circulaba la plata y el oro, a tal punto, que el siglo XVI es denominado como “el siglo de la plata” no sin razón ostentaba el lema: “Quien no ha visto Sevilla, no ha visto maravilla”. En la obra de Luís de Peraza: “Historia de la Ciudad de Sevilla” (Historia de la nobilissima e imperial Ciudad de Sevilla) escrita en 1535, el documento más antiguo sobre esta urbe, se relata cómo la ciudad se asombraba con la llegada del oro del Perú hacia 1536. Una ciudad maravillosa cuya imagen queda para la posteridad en los en los grabados del artista flamenco Joris Hoefnagel o Georg Hufnagel publicados en 1588 en la obra: “Civitates Orbis  Terrarum” (Ciudades del Mundo). Por este puerto circulaban  gente de toda suerte: judíos conversos, moros, clérigos, plebeyos, esclavos, entre otros. Era de algún modo la puerta a la América.

     Este complejo proceso de fusión de las etnias naturales de América y las traídas de África por los europeos lo han denominado Calderón, Hopenhayn y Ottone (1996) tejido intercultural que viene a formarse como fuerza de la modernidad, la interculturalidad de América Latina, de la cual los latinoamericanos forman parte de sus tradiciones étnicas y culturales que como he comentado en líneas precedentes tienen raíces muy profundas que hay que buscarla muy lejos en el tiempo: en Europa, Asia, África. Por ello Hopenhayn en Follari y Lanz (Comps.) (1998) sostiene la tesis del sincretismo cultural como fundamento histórico, que es desde esta visión  de donde se debe mirar la identidad latinoamericana como producto de la combinación de varios elementos raciales, que Carlos Fuentes, en entrevista de Sergio Marras (1992) citado por Calderón, Hopenhayn y Ottone (1996); Hopenhayn en Follari y Lanz (Comps.) (1998) denomina “indo-afro-ibero-américa”.

     Para ahondar más en este complejo proceso racial y cultural, que vino de Europa a la América, que fue una especie de aluvión cultural, de contactos entre pueblos que se viene dinamizando y decantándose  desde la antigüedad, que es con la monarquía española de Carlos V y Felipe II cuando se potenció de manera impredecible y sin antecedentes, al respecto Garrido (2008) lo expresa de esta manera:

La monarquía de España toda la España y sus islas, el reino de Nápoles y de Sicilia, el estado de Milán, muchas fortalezas diseminadas en los principados italianos, los principales puertos: Hercole, Telemón, Longone en Toscana, Mónaco en Liguria; En (sic) Francia el condado de Flandes y el condado de Borgoña; y, demás, toda la América boreal y austral, en la parte marítima, con infinitas islas y todo el círculo de África con su mar excepto la parte boreal, donde los mahometanos tiene Marruecos, Tlemecén, Túnez, Trípoli y Egipto. Y también todos los litorales de Asia meridional, excepto unos pocos, con el otro hemisferio por ellos poseídos. Este hemisferio era América en el cual se estructuraría con el tiempo Iberoamérica, (p. 38-39).

     Ahora bien, este complejo mosaico cultural y racial, que llegó a lo que hoy es muchos casos los cronistas de indias deformaron con su visión  euro céntrica, cegados por el racionalismo con su lógica negadora, dogmática y reduccionista, unido al dogma católico exacerbado por el fanatismo, dibujó en el horizonte  una sobrerrealidad, un mundo fantástico y maravilloso; alucinados por la sed de poder y sometimiento y negación del otro y de imposición ideológica —la de la Corona y la de la Iglesia— para justificar las ideas más absurdas. Y no sólo eso, Cristóbal Colón en el primer viaje cree llegar a las tierras del Gran Can, Quisay, a Cipango (Japón), escuchar ruiseñores cantar, un ave que como se sabe, no existe en suelo americano. Tiene la impresión de que la gente de esta latitud era muy mansa, sin armas, vivían de forma paradisíaca, afirmaciones estas que dio pie para que Tomás Moro escribiera su famosa obra: “Utopía”. En el  tercer viaje, de las tierras de Macuro, Venezuela, dice que pertenecen a Asia. Este mundo de fábula y mito visto por los cronistas de indias, más tarde va a ser la materia prima de García Márquez en su realismo mágico. Siguiendo esta idea, los españoles cuando llegan a Colombia, en lo que hoy es municipio Boyacá, donde estuvo la cultura monquirá encontraron unas esculturas megalíticas en forma de falo, símbolo de fertilidad para la tribu, les pareció infernal, diabólico, razón por el cual apodaron el lugar como “el infiernito”.

     Con una visión delirante  de la realidad, los conquistadores catalogaron a los pueblos originarios de América como bárbaros, atrasados, sin embargo, los estudios hoy en el campo  de la arqueología, contradicen esta argumentación. Por ejemplo, la cultura Teotihuacán (México) nos dejó un complejo piramidal que tiene su homólogo en Egipto, inclusive, una de sus pirámides, la Pirámide del Sol, es la tercera más grande del mundo. En México estuvo también la cultura azteca o méxica que tuvo como asiento la ciudad de Tenochtitlán, considerada por Hernán Cortés, conquistador de esta ciudad, según su “Segunda Cata de Relación”, segunda parte, escrita el 30 de octubre de 1520 dirigida al Emperador Carlos V, que era tan grande como Sevilla y Córdova. Cabe recordar que Sevilla era la ciudad más grande  de Europa  en el siglo XVI. La civilización quechua o inca que se extendió por lo que hoy es Perú, Colombia, Bolivia, Ecuador, Argentina y Chile, tuvo entre sus grandes logros, construcción  de vías de comunicación que cruzaban el imperio en la costa y en la sierra, de unos 30.000 kilómetros,  mucho más extensa que la Gran Muralla China con sus 8.851 kilómetros. En la sierra construyeron puentes, escalinatas y túneles. En el Perú, la civilización moche o mochica nos dejó la tumba del Señor de Sipán  descubierta en 1987, con ostentosos tesoros a la altura de los que se han encontrado en   Egipto. La cultura maya (actual Guatemala, Belice, Honduras, El Salvador y parte de México) nos dejó una escritura jeroglífica que tiene su igual en el jeroglífico egipcio. La cultura caral (Perú) desarrolló conocimientos en los campos de la astronomía, aritmética,  geometría, física, medicina. De modo que estas adjetivaciones negativas a los nativos del continente americano se sustentan en una profunda ignorancia, y en la idea de subyugación y de invisibilizar al otro.

     En relación a la negación del otro Calderón, Hopenhayn y Ottone (1998) escriben:

       Por nuestra propia precariedad sustancial nos hemos constituidos basados en la negación del otro, y esta negación del otro es un cimiento en el imaginario latinoamericano: signo, estigma, fantasma. La identidad basada en esta negación siempre es una identidad postergada: el criollo es no-indio, pero eso no lo hace europeo; su  compulsión a huir de la diferencia le impide ver la diferencia fuera y dentro de sí, con  lo cual niega parte de su propio ser. En un sentido positivo, la evidencia de nuestra incompletitud, el carácter no-cerrado de los sentidos que nuestra propia cultura produce, (p. 71).

     Por lo tanto, de acuerdo con Hopenhayn (2002), la negación del otro es negación del multiculturalismo, es decir, el reconocimiento unilateral de una cultura como válida frente a otras que se les niega legitimidad. Es anacrónica la dicotomía: bárbaro-civilizado como invisibilización de la diferencia, debido a que en el tejido intercultural de nuestro “ser” latinoamericano se hace explícita según Hopenhayn (ob. cit.) en la música, ritos, danza, arte, literatura, etc. En este sentido se debe abogar por un multiculturalismo proactivo, como este autor ha denominado la conciliación de las diferencias con la igualdad de oportunidades de los distintos grupos e identidades culturales que se mueven por el tejido social. Llegó la hora de reflexionar en torno a la identidad (¿Qué somos?), y el cambio debe ser el objeto de reflexión en América Latina. Al respecto es oportuno citar a Fuentes, (1994) citado por Cervigón en Garrido (2008), quien señala:

Cuando nos independizamos de España en 1821, tres siglos después de la conquista, el movimiento liberal y modernizante decidió dejar atrás el pasado. Junto con las demás repúblicas hispanoamericanas nos lanzamos a la imitación extratológica de las leyes francesas, británicas y norteamericanas, convencidos de que su simple  transferencia a nuestro suelo pobre, explotado e injusto nos convertiría instantáneamente en sociedades prósperas y democráticas. Este ejercicio olvidó una cosa pero consagró otra. Olvidó que no podrá haber sociedad democrática sin continuidad cultural. La renuncia independentista al pasado indígena, juzgado de bárbaro, y al pasado español juzgado oscurantista, nos obligó a improvisar una cultura democrática inexistente. En cambio, la nación fue erigida como un compromiso entre el imperialismo español derrotado y los separatistas, caciquiles (las republiquetas en Suramérica) animados por el derrumbe del imperio español. Los liberales querían un país legal. Pero sus fachadas constitucionales sólo escondían el país real que los conservadores querían conservar, (p. 12).

     Cabe recordar al respecto, lo planteado por Calderón, Hopenhayn y Ottone (1996), la negación del otro, en la región de América Latina, se refleja en la discriminación de las etnias indígenas y afroamericanas, que para estos autores, el negro es visto como factor de atraso. Una realidad que no se interrumpe, se transforma, que no pudo cambiar la revolución de independencia, ni con las empresas modernizadoras, ni con el estado de derecho.

     Lo mismo pasó con lo que Darcy Ribeiro denomina “pueblos trasplantados”, grupos étnicos que vinieron de Europa a la América Latina a raíz de la Segunda Guerra Mundial procedentes de España, Italia, Polonia, Rusia, entre otros, donde sufrieron  violencia política e ideológica, exclusión socioeconómica, represión étnica y religiosa; a su llegada a esta región le fueron  negados sus derechos de ciudadanía política, repitiéndose la “dialéctica de la negación  del otro”, es decir, “…se diferencia al otro respecto se sí mismo y en seguida se lo desvaloriza y se lo sitúa jerárquicamente del lado del pecado, del error o de la ignorancia”, Briceño (s. f.), citado por Calderón, Hopenhayn y Ottone (1996, p. 64).

Esa otra cara de los negados, de convertirse en negadores; desvalorizados que desvalorizan al otro, es un cambio social que produce el fruto de la orfandad existencial, identidades frágiles, fugaces… Esta es el fantasma de la modernidad, su lado oscuro, que todavía gravita en la sociedad latinoamericana: integrados y excluidos, revertir este proceso, según Calderón Hopenhayn y Ottone (ob. cit.) constituye un proceso poblado de obstáculos.

     Con razón, Simón Bolívar, citado por Rangel (1992), hacia 1830 expresaba, en tono pesimista lo siguiente: la América Latina es ingobernable, el que sirve a una revolución ara en el mar, lo único que uno puede hacer es emigrar, la Gran Colombia caerá en manos de la multitud desenfrenada para pasar después a tiranuelos de todos los colores y razas, devorados por todos los crímenes, caerá en el caos primitivo. Esto sería el último período de Latinoamérica. Este es nuestro ahora. ¿Qué hacer? Al respecto Calderón, Hopenhayn y Ottone proponen las siguientes líneas de acciones:

     -Expandir en la ciudadanía derechos políticos, civiles y sociales.

     -Valorar la diversidad cultural y el pluralismo cultural.  

      -Promover la autonomía y roles sociales con respecto a los partidos políticos y el Estado.

     -Impulsar la autogestión, la cooperación y la microempresa a nivel local.

     -Y establecer los lazos de reciprocidad y solidaridad.

     Además de estas medidas, Hopenhayn (2002) se debe propender al establecimiento de medidas y programas de acción para que las poblaciones indígenas administren  y gestionen sus propios territorios y recursos naturales; conciliar las diferencias con la igualdad de oportunidades de los distintos grupos e identidades culturales  que constituyen el tejido social.

     Es una obligación de los Estados de la región, promover y realizar foros, convenciones, tratados internacionales, bases jurídicas en los países latinoamericanos para poder avanzar hacia el logro de una sociedad más justa y equitativa, para que la “negación del otro” quede en el pasado, porque hoy sabemos, sin lugar a dudas, que más que una realidad, la dicotomía: barbarie-civilización, civilización-barbarie: es un prejuicio, como lo demostró el Proyecto Genoma Humano.

MUESTRA VISUAL

 José Graterón Luque. Autorretrato (2015). Fotografía del artista.
 Colección Manuel Bas Caracas, D.C., Venezuela

 José Graterón Luque. Autorretrato (2016). Fotografía del artista.
 Colección Manuel Bas Caracas, D.C., Venezuela



REFERENCIAS

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—Garrido, J. (2008). De la Monarquía de España a la República de Venezuela. Caracas: Universidad Monteávila.
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——————————. (2002, Febrero). El reto de las identidades y la Multiculturalidad. Revista de Cultura Pensar Iberoamérica. Nº 0 (p. s/n.). Madrid: Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura. [Revista en línea]. Disponible: www.oei.es/pensariberoamerica/ric00a01.htm [Consulta: 2016, Enero15].
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Esp.(bi) TSU Víctor A. Hernández: Editor.

Los Teques, estado Miranda, Venezuela, junio de 2016   
  










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