REPÚBLICA BOLIVARIANA DE
VENEZUELA
UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA
EXPERIMENTAL LIBERTADOR
INSTITUTO PEDAGÓGICO DE
CARACAS
SUBDIRECCIÓN DE INVESTIGACIÓN
Y POSTGRADO
DOCTORADO EN CULTURA Y ARTE PARA AMÉRICA LATINA Y EL
CARIBE
Curso: Modernidad y
Postmodernidad y sus efectos en Latinoamérica y el Caribe
Profesor: Dr. Jorge Bracho
Participante: Manuel Bas
Caracas, 07
de marzo de 2016
“Fue a través
de la ciencia de la raza, que los ejecutores del proyecto de la modernidad
trataron de tomar las diferencias morfológicas, culturales, sociales e
históricas existentes entre grupos de personas, para edificar con ellas una
jerarquía certificada por la razón, que acabaría por ocupar su propio lugar en
las disposiciones sociales y políticas del liberalismo”. (Lucius Outlaw en R. Rorty, K-O.
Apel, H. Putman, D. L. Hall, A. C. Graham, A. Macintyre, L. Outlaw, B. K. Matilal,
F. I Streng, R. J. Bernstein y Otros, 2001, p. 45).
“Los elementos
igualitarios y universalistas del liberalismo necesitan ser atemperados con la
realidad de las diversidades humanas, es decir, con la necesidad de poner en
juego, en determinadas circunstancias, el elemento de mejora de la convicción
liberal” ”. (Lucius Outlaw en R. Rorty, K-O.
Apel, H. Putman, D. L. Hall, A. C. Graham, A. Macintyre, L. Outlaw, B. K.
Matilal, F. I Streng, R. J. Bernstein y Otros, 2001, pp. 41-42).
DE LA RAZÓN OBJETIVA A LA RAZÓN INTERSUBJETIVA
(Otra manera de ver la raza y la etnicidad en América Latina)
La filosofía ha sido considerada por
muchos intelectuales, dentro de los que cabe destacar a Werner Jaeger
(1933-1945, tr. 2001) como “la creación más maravillosa del espíritu griego, el
más elocuente testimonio de su estructura única: la filosofía… El pueblo griego
es un pueblo filósofo por excelencia”, (p. 16). Este autor, (ob. cit.) se
refiere a Aristóteles como un pensador no de un solo sistema, sino que venía
desarrollando continuamente su pensamiento de manera progresiva hasta la
adquisición de un método empírico-científico y de una perspectiva inmanente. A
mi juicio, siguiendo la idea de Werner Jaeger, Aristóteles fue el prototipo de
lo que va a ser en nuestra época: el intelectual y el científico. Para Ayn Rand
(2011-2016), refiriéndose al estagirita: “Si existe un Atlas filosófico que
sostiene la filosofía occidental sobre sus hombros, es Aristóteles”, (p. s/n.).
Desde el tiempo de Grecia clásica dos posiciones van a determinar la realidad:
objetivismo y subjetivismo. La primera postura sostiene que la realidad existe
independientemente de la conciencia de las personas que están en contacto con esa
realidad a través de la percepción sensorial, y la que los seres humanos toman
del mundo sensible y de esta manera pueden obtener el conocimiento objetivo,
[Heráclito (s. V-IV), Platón (427-347), Aristóteles (384-322) a. C.]. La
segunda limita la validez de la verdad al sujeto que juzga principalmente
según su entendimiento y en
consideración a su realidad específica, entorno, interacción social, entendida
no como un hecho externo, sino como constitutiva del sujeto, entre sus
representantes tenemos a los sofistas Protágoras, Gorgias, Crátilo (s. V a. C.)
y modernamente Nietzsche, entre otros. En estas dos aguas va a navegar el
pensamiento desde entonces hasta ahora. De modo que las visiones objetiva y
subjetiva del mundo es un problema que se remonta a la antigüedad.
En el trono de la filosofía los griegos
sentaron a la “diosa razón, la razón (ratio), como la facultad humana de
identificar conceptos, de cuestionarlos, el fundamento del ser y del
conocimiento, el entendimiento discursivo e intelectivo, a través de la cual
comprendemos el mundo. Sin embargo, es con Descartes (1595-1650) en su obra “El
Discurso del Método para dirigir bien la Razón y buscar la verdad en las
Ciencias” (1637/1939) que se le va a atribuir de manera exacerbada, a la razón
humana la certeza absoluta del conocimiento, en cuyo procedimiento el filósofo
lo categoriza en cuatro postulados: duda metódica: no admitir como verdad cosa
alguna sin conocer con evidencia; dividir los problemas en sus elementos
primarios (análisis); reunir y organizar ordenadamente los conocimientos
elementales (síntesis); y enumerar y revisar todas las verdades conocidas ¿Qué
se propone Descartes? Innegablemente crear una “mathesis universalis”
fundamentada en un hipotético modelo construido con rigor axiomático aplicable
a la realidad con la severidad y la exactitud de las matemáticas. En este
sentido, Descartes es el precursor de la lógica moderna y padre de la geometría
analítica y de la filosofía moderna, apriorística, que fue, naturalmente uno de
sus grandes logros y fracasos.
A esta empresa, pero por otro camino,
Francis Bacon (1561-1626) con su trabajo: “Novum Organum, aforismos sobre la
interpretación de la naturaleza y el reino del hombre” (1620/1984) donde
postula que el conocimiento humano es producto de la experiencia, aportando de
esta manera a la lógica, el método experimental inductivo, en la que advierte,
en relación a los prejuicios del hombre (ídolos), lo perjudicial que puede ser
para el entendimiento humano y en general para el conocimiento, consejas que
muchos filósofos de la época y la actualidad dejaron de lado y que fue nefasto
en la historia del pensamiento humano. De esta manera presenta sus ídolos:
Ídolos de la tribu (Idola tribu), se refiere a los prejuicios del género humano;
Ídolos de la caverna (Idola spucus), al conocimiento procedente de la educación
y los hábitos; Ídolos de la plaza pública (Idola fori) nacidos del lenguaje —ya
señalado por Platón, en su obra Crátilo o “De la Propiedad de los Nombres”,
circa 460 a. C.—; Ídolos del teatro (Idola theatri), nacidos de la falsa
filosofía, que Bacon considera una fábula puesta en escena.
Bacon, al
igual que Descartes, centran su interés en las verdades objetivas pero por dos
caminos diferentes; para Aquél el conocimiento es a priori, mientras que para
Éste es a priori De esta manera, lo planteado por ambos filósofos van a dar la
estructura básica de la filosofía y la
ciencia moderna, sin embargo, estos autores, sobre todo Descartes y sus seguidores
olvidaron la vieja prédica de Heráclito de
que la realidad es dual, una visible y otra invisible, que las cosas son y no
son, que el devenir (el cambio) siempre va a estar presente. Que los sentidos,
incluso el entendimiento humano son limitados, que la realidad está compuesta
de contrarios: una física y otra no física. Que todo no puede ser objetivado,
que la experiencia y la razón sola, de manera
unilateral no son autosuficientes, como lo demostraría más tarde Kant en
la “Crítica del Juicio o de la facultad de juzgar” (1790) en la que el filósofo
advierte que se pueden conocer los fenómenos, pero la cosa en sí no nos es
cognoscible, (criticismo kantiano como una modalidad de escepticismo).
Cabe referir, en este espacio, lo que
refiere Martínez (1999) sobre varios autores en relación a la adquisición del
conocimiento. Toda observación es relativa desde el punto de vista del
observador (Einstein); se hace desde una teoría (Hanson); afecta el fenómeno
observado (Heisenberg); no existe hecho sino interpretación (Nietzsche);
ninguna ciencia está capacitada para demostrar científicamente su propia base,
ningún sistema matemático puede demostrar los axiomas en que se basa (Godel); ningún lenguaje tiene
los medios consistentes para definir su propia semántica (Tarsky).
En relación al cartesianismo, Ibáñez
(2001) expresa, que el legado cartesiano diferencia dos mundos, el interior y
el exterior como dicotomía de la realidad interior y exterior del sujeto, que él
categoriza en cuatro mitos de la ciencia de la modernidad, de esta manera: el
conocimiento válido como representación correcta y fiable de la realidad; el
objeto como elemento constitutivo del mundo; la realidad como entidad
independiente de nosotros; y la verdad científica como criterio decisorio.
Aunque Ibáñez admite que es necesario tener un concepto práctico de la verdad
que informe de nuestra vida cotidiana.
En este contexto, cabe recordar lo
argumentado por Habermas citado por Outlaw (2001) que la modernidad se
desarrolló en el seno de la razón con su propósito de progreso infinito y
humanista de la iluminación de Europa como realización histórica con sus logros
en el campo de las ciencias y particularmente de las matemáticas, sin embargo,
la razón científica, por otro lado justificó la exclusión y la dominación de
unos contra otros en medio de su proyecto liberal que proclamaba el derecho a
la crítica, la autonomía de acción y el individualismo. Se constituyó en una
quimera, en una especie de paradoja, que condujo al universalismo excluyente,
al igualitarismo subyugante y al mejorismo que colocó a la humanidad al borde
del desastre. Un proyecto político que si bien es cierto, que trajo sus
transformaciones sociales, culturales, económicas, políticas, que cristalizó en
la Revolución Francesa, cuya teoría política fue el liberalismo, que a pesar de
haber invocado la igualdad en la Declaración de los Derechos del Hombre y del
Ciudadano aprobada por la Asamblea Nacional Constituyente francesa el 26 de
agosto de 1789 siguieron los problemas de discriminación racial, de etnicidad y
de la política de la diferencia y de la negación del otro.
Al respecto, Novak citado por Outlaw
(2001) para hacerle frente al derecho que tenemos todos de ser otro, distinto
(alteridad) y a ser reconocido como individuo diferente (otredad), no bajo los cánones de la universalidad sino de
la diversidad, propone una nueva forma de liberalismo, que él denomina “liberalismo cosmopolita” en
oposición al universalista, que debe descansar sobre dos pilares fundamentales:
comprensión intelectual del otro y el respeto de las diferencias de los
individuos. Esto, desde luego, apunta Outlaw (ob. cit.) obliga a cambiar el
paradigma del conocimiento del objeto por el paradigma del entendimiento mutuo
entre sujetos capaces de dialogar, es decir,
de establecer la razón comunicativa, que denomino “razón intersubjetiva”, esto es
posible —apunta Outlaw— si se atempera los elementos igualitarios y universales
del liberalismo con la realidad de las diversidades humanas, y de esta manera
mejorar la condición liberal.
No olvidemos,
que según Outlaw:
Fue a través de la ciencia de la
raza que los ejecutantes del proyecto de la modernidad trataron de tomar las
diferencias morfológicas, culturales, sociales, e históricas existentes entre
grupos de personas, para edificar con ellas una jerarquía certificada por la
razón, que acabaría por ocupar su propio
lugar en las disposiciones sociales y políticas del liberalismo, (p. 45).
Al respecto, cabe citar lo señalado por
Calderón, Hopenhayn y Ottone (1996); Hopenhayn (2002) en relación a la negación
del otro, que él denomina “dialéctica de la negación del otro”, que se explica
en la discriminación de las etnias indígenas y africanas (el negro como factor
de atraso) han contribuido en América Latina y el Caribe al dilema
civilización-barbarie, el reconocimiento unilateral de una cultura como válida
frente a otra que se niega, que se le invisibiliza las diferencias. Dice
Hopenhayn en Follari y Lanz (Comps.) (1998) esta región expresa un tejido
intercultural, una historia hecha de mezclas y coexistencias progresivas de
identidades étnico-cultural, reflexionar sobre la identidad y el cambio debe
ser el objeto y propósito de los intelectuales latinoamericanos.
Siguiendo esta idea, Outlaw (2001), apunta
“…como confirmación de los principios originales de la antropología filosófica
de la modernidad liberal a saber: que bajo las diferencias aparentes todas las
personas son esencialmente iguales. La recuperación de tal compromiso
alimentará las de la lucha contra la opresión”, (p. 45). Esta lucha podría
cristalizar de algún modo con los planteamientos de la teoría crítica que según
Guba (1991) propone transformar el mundo a través de un sistema particular de
valores que tiendan a dar poder y a emancipar a las personas a través de un
enfoque dialógico que se convierta en un acto político y transformador y de mediación
social. De esta manera, a mi juicio, se puede enfrentar los problemas raciales
y etnocéntricos, y lograr una sociedad más justa y equitativa.
En relación a la problemática racial ha
expresado Outlaw lo siguiente: “Las categorías
raciales son de naturaleza fundamentalmente social y se sustentan sobre
las arenas movedizas de la heterogeneidad biológica. Los aspectos biológicos de
la raza se circunscriben en proyectos concretos de construcción cultural, política y social. La raza es una
creación social”, (p. 51). Para este autor, tanto los criterios de raza y
etnicidad carece de fundamentos científicos.
Sin embargo, el trabajo es arduo, porque las dimensiones
étnicas y raciales están sostenidas
sobre las fuertes bases del prejuicio y de la ignorancia. Outlaw propone para
una sociedad más justa, un liberalismo cosmopolita que garantice la
emancipación democrática en el contexto de la diversidad étnica y racial que
preserve de alguna manera los avances progresistas de la modernidad, tanto de
liberales como marxistas críticos, rehabilitando al propio tiempo como “razón
comunicativa” (razón intersubjetiva) a la razón
de la modernidad (razón objetiva), lo que Outlaw denomina ir de una universalidad de estrategias
conceptuales a otra democrática compartida como proyecto existencial.
Ya es, sólidamente claro, que la Diosa
Razón con su manto de la universalidad y del progreso en forma de bienestar
material, paz y estabilidad social y autonomía individual no les puede garantizar
por su incompletud, una vida equitativa a Latinoamérica, donde todavía se
ocultan formas diversas de dominación, racionalización de la cultura y de la
sociedad y la generalización de normas y valores.
Claro está,
según Outlaw, no se debe caer una vez más en el error de pensar, que la vía
hacia una sociedad justa y emancipada, debe tener como fundamento la
eliminación de raíz de las diversidades de pensamiento, porque se llegaría
nuevamente, aunque por otro camino, al pensamiento científico-filosófico
reduccionista y extremista, y los problemas de esta índole serían una historia
sin fin. En todo caso, se debería evitar, nuevamente, como el caso de
Descartes, de formular una “mathesis universalis”, porque hoy, más que nunca,
sabemos que es imposible hallar una metodología general válida aplicadas a
todos los campos de las ciencias y del saber humano.
REFERENCIAS
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Esp. Víctor A. Hernández: Editor.
Los Teques, estado Miranda, Venezuela, julio de 2016
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